Conviviendo con nuestro hijo. El primer hogar familiar en Hungría

No entraré en demasiados detalles personales, simplemente diré que la primara noche, sobre todo en el caso de un niño tan pequeño como el nuestro que no entiende lo que está pasando, es la más complicada, el resto de días suponen dar cada día un paso más en vuestra relación, estrechar lazos, conseguir que el niño cada día se encuentra más a gusto y seguro a vuestro lado, hacerle sentir vuestro amor y darle continuamente muestras de cariño, haciéndole sentir querido y protegido, pero sin olvidar que también es necesario empezar a educarlo.

Disfrutareis del momento en el que por primera vez os llama papa o mama, o del primer día que os da un beso espontáneamente sin pedírselo, un abrazo o os dirija una sonrisa, e incluso de sus primeras travesuras. Es probable que el niño  primero se acerque más a uno de vosotros, el otro no debe desesperarse si no lo prefiere a él, esto cambia poco a poco, de forma que otros días el preferido será el padre rechazado y otras veces os prestará su atención por igual, no es raro tampoco que prefiera a uno para juegos y a otro para dormir, comer o llorar…

Durante ese tiempo además de afianzar los lazos familiares, haciendo una vida normal, debemos procurar ocupaciones para el niño, juegos, salidas, excursiones (durante la convivencia incluso podéis dormir fuera de la casa algún día, por ejemplo pra visitar Bdapest), ir a la compra… todo ello para que se sienta en su familia y con sus padres. He de reconocer que el tiempo se hace largo fuera de España y sobre todo la última semana deseáis que el tiempo vuele para llevaron a vuestro hijo a casa y continuar allí el resto de vuestra vida junto a él.

En nuestro caso el tiempo pasó más fácilmente durante esas cuatro semanas, porque la segunda semana de convivencia conocimos a otra familia española que también estaba adoptando en Hungría y aunque estaban en un pueble distinto, pudimos quedar en múltiples ocasiones y hacer que nuestros niños se relacionaran entre sí, y encontrar un apoyo, intercambiando información y experiencias.

Durante las 4 semanas de convivencia las Consejeras Húngaras realizarán varias visitas a casa para comprobar la adaptación del niño a la nueva familia, en nuestro caso fueron 2 visitas, siempre avisan con la suficiente antelación. Es cierto que la primera desconcertó un poco a nuestro niño pero la segunda ya estaba más tranquilo y relajado. Son visitas no excesivamente largas, en la que preguntan como han ido los días y que hemos hecho, hablan con el niño e intentan ver su relación con nosotros, así como el resto de aspectos que consideren necesarios para comprobar su perfecta adaptación y la integración de toda la familia.

Primera semana en Hungría: Conociendo a nuestro hijo. La vista para la adopción

La primera semana  es de aproximación, de acercamiento, intentando que el niño o niños tome confianza con sus futuros padres, digo futuros, porque de momento no somos los padres oficiales, aunque nos sintamos como tales incluso antes de conocerlo. Esa semana se va tanteando un poco, se intenta ver al niño fuera de su casa, poco a poco, según avanza la semana y según el niños va siendo más o menos receptivo, se dan pequeños pasos en la relación, quedarse con el y la Asesora sin los padres de acogida, quedarse solos con él incluso sin la Asesora…, los tiempos los marcan los niños,, su edad y su adaptación.

Las actividades a hacer con él son diversas, un mero paseo, una visita a una sala de juegos (parques de bolas como los que hay en España), ir al supermercado, un día en la piscina, un paseo por los bosques cercanos (hay mucho y hermosos en Hungría), todo ello en función del acercamiento que se tenga con el niño o niños. En nuestro caso la edad de nuestro niño y su apego a los padres de acogida hizo un poquito más lento el proceso, pero gracias a ayuda de nuestra Asesora, a nuestros amor incondicional, finalmente todo terminó bien y cada vez estaba más a gusto en nuestra compañía.

 Es importante ser conscientes de que ganarse a tu hijo requiere no solo un gran esfuerzo, prestarle mucha atención e intentar conocer sus gustos y necesidades, dándole el espacio que necesita, sino además  ser conscientes de un posible rechazo inicial y saber reponerse de él, fijándose en cada pequeño avance, en esa sonrisa o mirada que te dirige, en su consentimiento a que lo toques o compartas juegos con él. No menos importante es seguir las indicaciones que te da la gente que está a tu lado, la Asesora y las Consejeras, pues ellas están muy acostumbradas a estas situaciones y saben como proceder en cada momento y como ayudaros a alcanzar un importante grado de confianza con vuestro hijo.

En la medida en la que la relación con nuestro niño se iba afianzando comenzamos a quedarnos solos con él a ratitos, hasta pasar un día entero con él y llegar a conseguir que se durmiera en el coche. No he de negar que hubo momentos desalentadores, en los que lloraba cada vez que salía de casa de sus padres de acogida, pero según iban pasando los días esos llantos se hacían más breves y efímeros, para tranquilidad de todos.

Según iban consumiéndose los días de la primera semana, se acercaba el día señalado para la vista inicial que nos iba a permitir llevarnos a nuestro hijo a nuestro hogar Húngaro. Desde casi el principio ya sabes que día está prevista dicha vista y día del juicio para poder viajar, de forma que si todo marcha bien, los plazos se cumplirán y ambos hitos tan importantes tendrán lugar en la fecha indicada.

El día anterior a la celebración de la vista, nuestro hijo vino a comer a casa con nosotros, donde permanecimos mucho tiempo solos con él, jugando y disfrutando de su compañía y estrechando poco a poco los lazos que nos iban a unir para siempre. En ocasiones, esta visita a casa se hace antes, y se repite, en nuestro caso la edad de nuestro hijo no lo hizo aconsejable.

El día anterior a la vista, los padres de acogida te entregan la ropa de tu hijo, y algunos de sus juguetes, para que pueda iniciar esa nueva vida que le espera a vuestro lado.

El día de la vista, es un día de nervios, ansiedad. A ella se debe llevar la documentación que se ha traído de España y tener muy claro el nombre que le vais a poner a vuestro hijo dado que es el momento de dejar constancia del mismo (puede mantenerse el Húngaro, ponerle uno a mayores, antes o después, o simplemente cambiárselo, eso ya es decisión vuestra). La vista no es ante un juez es ante una funcionaria, en presencia de la Asesora y la tutora, allí te ratificas en que quieres adoptar a tu niño y te hacen una serie de preguntas, datos personales, fechas de nacimiento, lugar de residencia, motivo por el cual adaptamos y elegimos Hungría para hacerlo, como había sido la semana con nuestro hijo, que habíamos hecho, como había sido el trato con los padres de acogida…

Firmados los papeles nos trasladamos a otra sala donde estaba nuestro niño y los padres de acogida junto a todos los funcionarios, consejeras, tutora, responsable etc… La despedida fue dolorosa, nuestro hijo no sabía que se iba a separar de sus padres de acogida, que esa noche ya no dormiría en su cama de siempre, pero nosotros y ellos si lo sabíamos. Entender a la familia de acogida es importante, y también saber colocarse en su lugar, es cierto que en nuestro caso era el primer niño que cuidaban que era adoptado y que ellos eligen esta ocupación, pero para ellos es doloroso y debemos entender y respetar su dolor, sin olvidar evidentemente la situación.

No en todos los casos la entrega de vuestro hijo será en el organismo administrativo, pues sabemos de algún caso en el que se ha producido directamente en la casa de acogida.

El día que conocimos a nuestro hijo

Muy temprano, a las 9 de la mañana,  llego nuestra Asesora y nos dirigimos con ella al organismo competente donde nos reunimos con los responsables y asistentes que nos dieron más información de nuestro niño y nos hicieron algunas preguntas, dentro de una conversación agradable y distendida que mostraba la felicidad de todos los intervinientes, evidentemente con la ayuda de nuestra Asesora que iba traduciendo nuestras palabras y las suyas. Allí no facilitaron nuevas fotografías de nuestro niño, y la emoción fue tal que nos costó evitar que alguna lágrima fluyera de nuestros ojos.

Tras unos cuarenta minutos de reunión, nos dirigimos junto con la Asesora y la  Consejera del gobierno húngaro, funcionaria responsable del expediente de nuestro hijo, a su casa, donde nos esperaba él junto a sus padres de acogida y otras dos funcionarias, una de ellas era su tutora.

He de deciros que vivía en una bonita casa con jardín en un ambiente muy agradable, con muchos juguetes y un espacio exterior donde jugar. Al llegar nuestro niño estaba sentado en el medio del salón, jugando con su tutora y sus padres de acogida, cuando llegamos con nuestros regalos, una vez nos hubimos quitado los zapatos, es costumbre en Hungría, nos acercamos a él despacito y nuevamente la emoción nos invadió, se veía tan pequeño, ta, lindo…que inmediatamente quisimos abrazarlo, pero éramos conscientes de que había que ir poco a poco, para no asustarlo, no sé como explicar lo que sentimos pero fue maravilloso.

La primera visita fue más larga de lo previsto, casi dos horas, evidentemente nuestro hijo pese a los regalos no estaba al principio receptivo, aunque con la ayuda de nuestra Asesora, de las Consejeras y de la Tutora, fueron consiguiendo que se acercara algo a nosotros y se relacionara poco a poco. El papel de todas ellas es importantísimo, la experiencia es fundamental en estos casos y todas ellas demostraron que sabían tratar a los niños y dirigir estas situaciones para conseguir un acercamiento.

El resultado de la primera visita fue satisfactorio, conscientes de las dificultades con las que nos íbamos a encontrar dado que nuestro hijo era muy pequeño y no era capaz de entender aún muy bien la situación. Salimos emocionados de conocerlo, es algo difícil de explicar que solo puede vivirse y al mismo tiempo felices de haber elegido Hungría como país de destino, estaba tan bien cuidado nuestro niño, con todas sus necesidades cubiertas… y la verdad, se veía tan querido por sus padres de acogida, que nos sentimos enormemente agradecidos por él, nuestro hijo era y es un niño feliz que ha recibido mucho amor, cuidados y atención a lo largo de su hasta ahora corta vida, y ese amor se ve en su carácter pues es un niño extraordinariamente cariñoso.

Me disculparéis si no entro en más detalles personales, en descripciones, en sentimientos más íntimos, pero el objeto de este post es que quien quiera adoptar en Hungría sepa como hacerlo y lo que va a suceder desde la experiencia de alguien que ya ha pasado por ello, pero sin entrar en demasiados detalles personales que carecen de todo punto de importancia, pues cada historia es distinta, aunque se comparta un nexo común y los pasos del procedimiento sean similares.

De España a Hungría a conocer a nuestro hijo

Como ya comenté, decidimos realizar nuestro viaje en avión (a día de hoy hubiéramos ido en coche, por los motivos que en otro momento comentaré). Viajamos desde nuestra ciudad a Madrid, y de Madrid a Budapest. Llegamos a primera hora de la tarde, en el propio aeropuerto quedamos con el empleado de la empresa de alquiler de coches. Una vez hubimos colocado como en un tetris las maletas en el coche (resultó ser algo pequeño), llamamos a nuestro contacto de la ECAI, que nos esperaba en el piso donde nos íbamos a quedar y emprendimos viaje hacia el que sería nuestro primer hogar con nuestro niño que se encontraba a más de dos horas de distancia de Budapest. Pese a que todavía estamos a media tarde, ya era prácticamente de noche, llovía mucho y había poca visibilidad, como podréis comprobar pronto, si no lo habéis hecho ya, en Hungría oscurece antes que en España. El camino se nos hizo largo, llevábamos despiertos desde muy temprano y los días previos y las semanas anteriores, habían sido de una actividad frenética.

Al llegar al piso, que fuimos capaces de localizar fácilmente gracias a que mi marido, muy previsor él, había actualizado perfectamente el GPS que se había traído en la maleta, ya nos estaba esperando nuestro contacto de la ECAI, que estuvo en todo momento apoyándonos en el proceso de adopción que ahora culminaba y cuya ayuda y apoyo, igual que la de sus compañeras de  MIMO España fue vital.

Seguiré la línea de los post anteriores, intentando no hacer referencia a nombres propios, pues entiendo que no tengo el derecho de mencionar a nadie en este blog, y como siempre preservando la intimidad al máximo de todos.

Junto con nuestro contacto de MIMO Hungría, al que a partir de ahora me referiré como nuestra Asesora, estaba una de las funcionarias que habían llevado nuestro expediente, la las que se les conoce como Consejeras. El recibimiento fue cálido, y nos sentimos muy bien recibidos, nuestra Asesora amablemente nos dio todas las indicaciones, tanto del funcionamiento de la casa, como de los pasos que íbamos a seguir en los días siguientes, además de facilitarnos importantes datos de interés para hacernos la estancia en el país mucho más fácil y placentera (ubicación de supermercados, horarios, costumbres, lugares de interés para ir con nuestro hijo, listado de palabras y frases más usadas con su pronunciación, el Húngaro al igual que el inglés no se pronuncia como se escribe y además se declina como el latín…). Después de todas las explicaciones, quedamos en vernos al día siguiente a primera hora de la mañana (en Hungría se madruga más que en España), para ir al órgano administrativo competente, y realizar la primera visita a la casa de nuestro niño).

La casa donde nos íbamos a quedar nos sorprendió gratamente, la verdad, las fotografías que habíamos visto no le hacían justicia. Sin perder las costumbres de Hungría, en cuanto a decoración y mobiliario, he de decir que la vivienda era confortable, con un enorme salón que era el centro de nuestra vida y una cocina amplia que nos permitía experimentar. La vivienda tenía todo lo que se podía necesitar, en cuanto a menaje, electrodomésticos, utensilios de limpieza y estaba todo muy limpio y colocado con muchísimo gusto (no necesitáis llevar nada de España, hay toallas, sábanas, plancha… excepto el secador…. La habitación del niño era muy bonita, con papel pintado con coches e incluso había algunos juegos y cuentos para que pudiese entretenerse. Contábamos con armarios suficientes para nuestra ropa, y sinceramente estábamos muy a gusto. La calefacción estuvo encendida durante nuestra estancia y no pasamos  frío, si bien es cierto que las temperaturas eran aún bastante suaves.

Esa noche dormimos poco, los nervios, la ansiedad por conocer a nuestro hijo, por verlo por primera vez, pensando en que decirle, como demostrarle nuestro cariño sin asustarlo… nos lo impidió.

Preparativos del viaje a Hungría tras la preasignación

Tras nuestra reunión con la Ecai comenzó una carrera frenética, había que preparar nuevamente los documentos para llevar al país, otra vez originales, certificados médicos, matrimonio… antecedentes penales…, no os preocupéis desde la ECAI, os indicarán detalladamente que documentos debéis conseguir de nuevo y hay tiempo suficiente  para su obtención antes de viajar. También debíamos preparar una carta para el país agradeciendo que nos hubieran elegido como padres de nuestro niño y otra para nuestro hijo que le enviaríamos en una caja junto con  fotos nuestras, algún juguete y alguna chuche o caramelo para que pudieran hablarle de nosotros por primera vez. Fue precioso y mu emotivo, además de emocionantes, elegir los primeros regalos para él, pensando en los gustos que nos habían dicho que tenían y en su edad. Lo más difícil fue buscar las palabras apropiadas para incluir en nuestra carta, que pretendía hacer sentir a un niño de tres años lo querido que ya era por nosotros, intentando que alejara de su mente el miedo a lo nuevo y a lo desconocido, y sin darle demasiados detalles de nosotros mismos ni de la ciudad en la que vivíamos, pues así debía de ser.

 

El siguiente paso, fue elegir una vivienda donde permanecer durante nuestra estancia en el país (la Ecai nos facilitó varias opciones), buscar los vuelos de avión una vez confirmada la fecha en la que debíamos estar allí, alquilar un coche (la Ecai nos facilitó datos de las compañías más económicas) y reunirnos con la Ecai tantas veces como fuera preciso para organizarlo todo y aprender un poco de un idioma tan distinto al nuestro como lo es el húngaro, el apoyo e información de la Ecai, sobra decirlo, fue muy importante, valiosísima.

 

También tuvimos que realizar todas las gestiones necesarias para organizar nuestras bajas y pedir vacaciones en el trabajo, pues la baja e maternidad/paternidad que puede pedirse por adelantado  (4 semanas), no cubre el tiempo mínimo que hay que estar en Hungría, (1 semana para conocer al niño y como mínimo unas 4 semanas de convivencia). Por parte de la Administración el trato fue excelente, nos facilitaron toda la información que precisábamos y nos ayudaron en todo, incluso cuando ya estábamos en Hungría. Nosotros compartimos la baja maternal.

 

Finalmente, nos tocó preparar las maletas, decidiendo que llevar para tantos días y que llevarle a nuestro hijo (ropa, juguetes). Sobre estos temas ya nos detendremos más adelante, en un post posterior que quiero titular recomendaciones o sugerencias, basado en nuestra experiencia.