De España a Hungría a conocer a nuestro hijo

Como ya comenté, decidimos realizar nuestro viaje en avión (a día de hoy hubiéramos ido en coche, por los motivos que en otro momento comentaré). Viajamos desde nuestra ciudad a Madrid, y de Madrid a Budapest. Llegamos a primera hora de la tarde, en el propio aeropuerto quedamos con el empleado de la empresa de alquiler de coches. Una vez hubimos colocado como en un tetris las maletas en el coche (resultó ser algo pequeño), llamamos a nuestro contacto de la ECAI, que nos esperaba en el piso donde nos íbamos a quedar y emprendimos viaje hacia el que sería nuestro primer hogar con nuestro niño que se encontraba a más de dos horas de distancia de Budapest. Pese a que todavía estamos a media tarde, ya era prácticamente de noche, llovía mucho y había poca visibilidad, como podréis comprobar pronto, si no lo habéis hecho ya, en Hungría oscurece antes que en España. El camino se nos hizo largo, llevábamos despiertos desde muy temprano y los días previos y las semanas anteriores, habían sido de una actividad frenética.

Al llegar al piso, que fuimos capaces de localizar fácilmente gracias a que mi marido, muy previsor él, había actualizado perfectamente el GPS que se había traído en la maleta, ya nos estaba esperando nuestro contacto de la ECAI, que estuvo en todo momento apoyándonos en el proceso de adopción que ahora culminaba y cuya ayuda y apoyo, igual que la de sus compañeras de  MIMO España fue vital.

Seguiré la línea de los post anteriores, intentando no hacer referencia a nombres propios, pues entiendo que no tengo el derecho de mencionar a nadie en este blog, y como siempre preservando la intimidad al máximo de todos.

Junto con nuestro contacto de MIMO Hungría, al que a partir de ahora me referiré como nuestra Asesora, estaba una de las funcionarias que habían llevado nuestro expediente, la las que se les conoce como Consejeras. El recibimiento fue cálido, y nos sentimos muy bien recibidos, nuestra Asesora amablemente nos dio todas las indicaciones, tanto del funcionamiento de la casa, como de los pasos que íbamos a seguir en los días siguientes, además de facilitarnos importantes datos de interés para hacernos la estancia en el país mucho más fácil y placentera (ubicación de supermercados, horarios, costumbres, lugares de interés para ir con nuestro hijo, listado de palabras y frases más usadas con su pronunciación, el Húngaro al igual que el inglés no se pronuncia como se escribe y además se declina como el latín…). Después de todas las explicaciones, quedamos en vernos al día siguiente a primera hora de la mañana (en Hungría se madruga más que en España), para ir al órgano administrativo competente, y realizar la primera visita a la casa de nuestro niño).

La casa donde nos íbamos a quedar nos sorprendió gratamente, la verdad, las fotografías que habíamos visto no le hacían justicia. Sin perder las costumbres de Hungría, en cuanto a decoración y mobiliario, he de decir que la vivienda era confortable, con un enorme salón que era el centro de nuestra vida y una cocina amplia que nos permitía experimentar. La vivienda tenía todo lo que se podía necesitar, en cuanto a menaje, electrodomésticos, utensilios de limpieza y estaba todo muy limpio y colocado con muchísimo gusto (no necesitáis llevar nada de España, hay toallas, sábanas, plancha… excepto el secador…. La habitación del niño era muy bonita, con papel pintado con coches e incluso había algunos juegos y cuentos para que pudiese entretenerse. Contábamos con armarios suficientes para nuestra ropa, y sinceramente estábamos muy a gusto. La calefacción estuvo encendida durante nuestra estancia y no pasamos  frío, si bien es cierto que las temperaturas eran aún bastante suaves.

Esa noche dormimos poco, los nervios, la ansiedad por conocer a nuestro hijo, por verlo por primera vez, pensando en que decirle, como demostrarle nuestro cariño sin asustarlo… nos lo impidió.

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