La verdad es que en la actualidad, no hay demasiados países donde los procesos de adopción estén abiertos y que tampoco los funcionarios de la Xunta son muy dados a hacer recomendaciones. De todas formas, «leyendo entre líneas» y en atención a nuestra edad y situación personal, tras la sesión informativa y el curso, nos llamó la atención Hungría.
Lo cierto es que inicialmente habíamos pensado en adoptar una pareja de hermanos nacionales, más que nada por el desembolso económico que obliga una adopción internacional, pero eso fue al principio de los tiempos, cuando aún no habíamos iniciado los primeros trámites.
Al salir de las charlas nos dimos cuenta que a día de hoy con nuestra edad, este año cumplimos uno los 40 y el otro a principios de 2015 cumplirá los 39 (computa la edad del más joven para hallar la diferencia de los 40 años), teniendo en cuenta el tiempo de espera, actualmente entre 6 y 8 años, (más próximo a los 6), de ninguna forma nos darían un bebé. Lo cierto es que tampoco estábamos desesperados por adoptar un bebé, solo deseábamos y deseamos tener un hijo/a y no nos importaba ni nos importa que no sea recién nacido.
En el mejor de los casos, con 45-46 años podríamos adoptar un niño/s de unos 5-6 años, por lo que conscientes de las dificultades que hay en España porque son muchas las familias que se ofrecen a adoptar y pocos los niños que hay en situación de adopción, valoramos una adopción internacional. Hungría nos daba la posibilidad de adoptar un niño de entre 4 y 7 años o un grupo de hermanos, siendo el tiempo medio de espera de unos 18 meses, aunque podía alcanzar los 3 años, en cualquier caso bastante inferior al tiempo de espera en una adopción nacional.
Nosotros no queremos ser unos padres excesivamente mayores y además deseamos serlo cuanto antes, por ello disponiendo de algunos ahorros, antes de terminar el curso de formación contactamos con Mimo, una Ecai de Coruña, y el primer contacto nos llevó a valorar seriamente la adopción en Hungría. No solo el trato que nos dispensó la Ecai, donde fuimos atendidos por Luisa, fue excepcional, sino que además nos explicó con detalle las diferencias entre Bulgaria y Hungría y nos aclaró los procedimientos que cada país llevaba en materia de adopción. Ambos países estaban dentro de nuestro radar.
No negaré que en Hungría los tiempos de espera parecen algo inferiores, aunque luego esto es algo que puede variar, pero además y, lo más importante, nos gustó sobremanera el tratamiento, cuidados y preocupación que el Gobierno demuestra por los niños. Los menores están en casas de acogida, con familias, no en orfanatos y el estado vela especialmente por su bienestar. He de reconocer que su celo hace que tal vez el proceso sea algo tedioso en cuanto que la formalización de la adopción y la asignación están muy controlados, pero eso es una garantía tanto para el bienestar de los niños que dan en adopción como para el éxito de las mismas.
Por otro lado nos gustó que allí una vez asignado el niñ@ convivías con él en el país entre 42-60 días, normalmente 42 días y que ellos velan por el buen desarrollo de la adaptación entre los padres y el niñ@, de forma que transcurrido dicho tiempo si todo va bien (suelo ser así) ya podías traerlo para España como tu hijo, a diferencia de otros países a los que tienes que viajar en varias ocasiones antes de traerlo, o que no velan tanto por las necesidades del menor. Nos asustaba vivir la situación de muchos padres que habían optado por Rusia y que en el momento en el que tomamos la decisión habían conocido ya a sus hijos, y no sabían si finalmente podrían traerlos o no a España.
En un post posterior explicaremos más detenidamente cuales son los requisitos y circunstancias de la adopción en Hungría.
Decidido casi con total seguridad el país, por eso lo hicimos constar en la solicitud, nos tocaba determinar para cuantos niños haríamos nuestro ofrecimiento. Tuvimos que sopesar muchas circunstancias para llegar a la decisión final, pero después de valorar pros y contras, decidimos hacer un ofrecimiento para un niñ@, fundamentalmente, porque siendo su edad de entre 4 y 7 años, entendíamos que iba a precisar más atención si cabe que un bebé pues ya se daba cuenta de la situación y de los cambios y que el idioma, al menos al principio, podría ralentizar las relaciones por lo que precisaba de toda nuestra atención. Pensamos en dedicarnos a él en cuerpo y alma y juzgamos que si solo era un niño sería más fácil, tal vez no sea la decisión más acertada pero fue la que tomamos.
En todo caso nuestra decisión llevó aparejada el mantener abierto el procedimiento de adopción en España para darle un hermanito/a a nuestro niño/a en un futuro.